RESUMEN
El concepto de deber ocupa uno de los lugares centrales de nuestro lenguaje
moral. Nos referimos con él a los mandatos y obligaciones mediante los cuales
modificamos nuestra conducta y, en general, al conjunto de exigencias que
conforman nuestra praxis cotidiana. Añadir el predicado moral implica
introducir un factor diferenciador esencial: se trata ahora de una autobligación,
de una autolimitación, que, a diferencia de otro tipo de coacciones, se enfrenta
sólo a las sanciones internas derivadas de nuestra propia conciencia de la
responsabilidad de la acción. Como todas las formas de obligación, el deber
moral limita el ámbito posible de elección y, por tanto,de actuación. Pero aquí
nos encontramos con una obligación libre, es decir, voluntaria y reflexivamente
aceptada.
ABSTRACT
The concept of duty occupies one of the central points of our moral language. We refer him to the mandates and obligations by which we modify our behavior and, in general , the set of requirements that make our daily practice. Add the moral predicate involves introducing a key differentiator : it is now is a autobligación , a restraint , which , unlike other types of coercion , faces only internal sanctions resulting from our own awareness of the responsibility for action . Like all forms of obligation , moral duty limits the possible scope of choice and therefore performance . But here we have a free obligation , that is, voluntarily and reflexively
accepte
INTRODUCCIÓN
El deber moral está relacionado al comportamiento y las actitudes
humanas tomando como referencia la escala de valores.
El cumplimiento del deber en la sociedad se lleva a cabo gracias los
valores presentes en los ciudadanos, así una sociedad cuyos ciudadanos tengan
sólidos valores estará más apta en cumplir sus deberes, y en caso contrario se
dejara influenciar por el facilismo que conllevará a realizar actitudes que
consideramos negativas.
Temas como ¿Qué es aquello a lo que denominamos deber? ¿Qué hace tan
difícil cumplir con nuestros deberes? , la significación vital del deber ante
lo difícil que suele ser cumplirlos, la teoría del deber según Kant, el sentido
del deber, el deber como presión social y moral, el deber influenciado por los valores
inculcados en el hogar. Cuestiones que serán abordadas en este ensayo para una
comprensión de lo que conocemos como deber.
La promesa de
cumplir con nuestros deberes
El significado vital del deber ante lo difícil que puede ser cumplirlos.
Cumplir un deber suele ser un acto difícil o asequible dependiendo de la
persona a la que se le ha planteado. El sentimiento de deber surge al momento
de que este esfuerzo se hace consiente, porque creemos que esto incrementará
una armonía en nosotros, proporcionándonos placer.
Todo deber da como consecuencia
un sistema de relaciones armónicas en la comunidad. Un ejemplo de lo vital que
puede ser cumplir un deber, ¿Por qué un niño debe cumplir con un deber? , una
de las respuestas que un niño presentará es la importancia que le da para su
beneficioso vital, cumplir con el deber le causará placer. Uno porque quien se
lo ordena es una persona de gran significación para él, en este caso trata de
tener armonía entre sus seres, atribuyendo con su bienestar y su felicidad y
otra es para evitar el castigo que se le proporciona, obedeciendo para no
perder los placeres de los que se privaría con el castigo.
Analizando en ambos casos lo que desea es un bienestar llegando a la conclusión de que un deber se
cumple de la necesidad vital de tener armonía.
Lo que causa su dificultad, es el sentido de responsabilidad que tiene
cada tipo de deber. Asumiendo las consecuencias que pueden tener nuestras
decisiones y actos que tengan sobre nosotros y los otros. Otra forma de
aberración hacia el deber, es no saber que está bien o no, algunas veces
llegamos a pensar que los demás suelen equivocarse en la manera cómo actúan en
su día a día, por el hecho de suponer que nosotros estamos en lo correcto y
ellos no. Cuando se construye o toma forma un deber, va constituyéndose en una
obligación. Formando dos grados de deber: el simple, el que se realiza para
satisfacer a los demás y crear armonía en nuestro alrededor y otro deber, el
ideal que lo realizamos por influencia sobre la mente de la energía dentro de
nosotros.
El deber ideal, es producto de nuestra falta de autosuficiencia, nuestra
dependencia material y espiritual de quienes nos rodean. Esperamos a que el
gobierno nos proteja a nosotros y a nuestras propiedades, aceptando esto a
cambio de deberes que cumplimos a través de los servicios.
Ante la dificultad de cumplir los deberes, nace la presión del todo
sobre sus partes. En el humano el sentido de deber llega a ser particular,
cuando factores externos como la influencia social o en la formación de éste a
lo largo de su vida. En el caso de la formación que tenemos, es impuesta a lo
largo de nuestra vida, en nuestras actividades habituales como un entrenamiento
forzado, como ordenar nuestra habitación, realizar nuestras tareas escolares
entre otros hábitos. Llegando a la repetición de éstos, tornándose espontáneos
como si fueran innatos. Pero nos empecinamos en abordar otro tipo de solución,
tratando de alejarse de cumplir el deber, y no llegar a una armonía. El sentimiento
del deber surge de la presión del todo sobre sus parte, el todo podría ser la
comunidad, y las partes, individuos; por ejemplo si decido realizar pintar una
pared, este es un acto que me agrada realizar, pero en el proceso también tengo
que limpiar la pared de impurezas,
que no es de mi agrado. Aquí aparece la
presión del todo sobre sus partes siendo la presión, el cumplir un buen
trabajo, para llegar a la plenitud. Esto me lleva a realizar la tarea de
limpiar la pared aunque no sea de mi agrado.
El realizar un deber la mayoría de veces se asocia a una obligación
desagradable, a algo que a las personas no es de su desagrado pero por motivos
de presión externa suelen realizarla. Pero existen algunos deberes que nadie
nos ordena, estos deberes se cumplen por simple iniciativa. Como es el caso de
Gandhi que se dedico a mejorar el estado oprimido de África del Sur o el de
Lutero a corregir los abusos de la Iglesia Romana; creyendo seguir el camino
correcto, sin que nadie les obligará a realizar estos deberes. El cumplimiento
de estos deberes fue motivado por ellos mismo, ganando así una armonía y
estabilidad. Esta armonía y estabilidad es la significación vital que cada
persona le otorga al hecho de cumplir un deber. Dando como ejemplo a que un
deber debe cumplirse para llegar a una armonía, estabilidad y como consecuencia
la felicidad. Como lo plantea Epicuro,
dedicado principalmente a cuestiones éticas, propone que el hombre cuando actúa
y elige en su vida cotidiana un deber,
lo hace buscando la felicidad.
La ética del deber según Immanuel Kant
La ética del deber según Immanuel Kant
El deber refiere a que la 'buena voluntad', bajo
ciertas limitaciones, no puede manifestarse por sí sola. El hombre, no es un
ente puramente racional, sino que también es sensible. Kant observará que las
acciones del hombre en parte están determinadas por la razón pero existen
también 'inclinaciones' como el amor, el odio, la simpatía, el orgullo, la
avaricia, el placer... que también ejercen su influencia.
El hombre reúne en su juego la racionalidad y las
inclinaciones, la ley moral y la imperfección subjetiva de la voluntad humana.
Entonces, la buena voluntad, se manifiesta en cierta tensión o lucha con estas
inclinaciones, como una fuerza que parece oponerse. En la medida que el
conflicto se hace presente, la buena voluntad se llama deber.
Si una voluntad puramente racional sin influencia
alguna de las inclinaciones fuese posible, sería para Kant, una voluntad santa
(perfectamente buena). De esta forma, realizaría la ley moral de modo
espontáneo, esto es, sin que conforme una obligación. Para una voluntad santa,
el 'deber', carecería entonces de sentido en tanto que el 'querer' coincide
naturalmente con el 'deber'. Pero en el hombre, ley moral, suele estar en
conflicto con sus deseos.
Se distinguen así tres tipos de actos:
a. Actos contrarios al deber: En el ejemplo de la
persona que se está ahogando en el río. Supongamos que disponiendo de todos los
medios necesarios para salvarlo, decido no hacerlo, porque le debo dinero a esa
persona y su muerte me librará de la deuda. He obrado por inclinación, esto es,
no siguiendo mi deber sino mi deseo de no saldar mi deuda y atesorar el dinero.
b. Actos de acuerdo al deber y por inclinación
mediata: El que se ahora en el río es mi deudor, si muere, no podré recuperar
el dinero prestado. Lo salvo. En este caso, el deber coincide con la
inclinación. En este caso se trata de una inclinación mediata porque el hombre
que salva es un medio a través del cual conseguiré un fin (recuperar el dinero
prestado). Desde un punto de vista ético, es un acto neutro (ni bueno ni malo).
c. Actos de acuerdo al deber y por inclinación
inmediata: Quien se está ahogando es alguien a quien amo y por lo tanto, trato
de salvarlo. También el deber coincide
con la inclinación. Pero en este caso, es una inclinación inmediata porque la
persona salvada no es un medio sino un fin en sí misma (la amo). Pero para
Kant, este es también un acto moralmente neutro.
d. Actos cumplidos por deber: El que ahora se ahoga es
un ser que me es indiferente... no es deudor ni acreedor, no lo amo,
simplemente, un desconocido. O pero aún, es un enemigo, alguien que aborrezco y
mi inclinación es desear su muerte. Pero mi deber es salvarlo y lo hago,
contrariando mi inclinación. Este es el único caso en que Kant considera que se
trata de un acto moralmente bueno, actos en los que se procede conforme al
deber y no se sigue inclinación alguna.
Kant cuestiona
las propuestas éticas eudemonistas (ética de bienes y fines) Kant propone una
ética formal: una teoría de la moral que prescinda de buscar algún provecho con
los actos y que solo el acto se
motive por la buena voluntad.
Esta ética al ser formal deberá basarse en la razón, la razón así como proporciona
leyes para conocer, también proporciona
leyes para el buen comportamiento de las
personas, estamos hablando de leyes sin intereses externos, solo debe ser el
cumplimiento del deber, motivado por el bien común.
Kant analiza
los principios prácticos para encontrar las leyes morales distinguiendo así,
máximas e imperativos.
Máximas: principios prácticos subjetivos → no son objetivos ni universales.
Imperativos: principios prácticos objetivos → son
universales
Existen dos tipos de imperativos
Imperativo hipotético o condicional:
Los imperativos hipotéticos tienen la forma general
"debes hacer X si quieres conseguir Y". Kant creyó que las éticas
materiales sólo pueden fundamentar mandatos problemáticos o mandatos
asertóricos, pero nunca mandatos morales en sentido estricto o imperativos
categóricos.
La obligación moral está condicionada por ejemplo: “Si
me devuelves el libro,
te pago la deuda”.
Imperativo categórico
o absoluto: indica ejecutar una acción sin más condición que la de saber que ese imperativo es bueno, no existe ningún
interés material. Los seres humanos ejecutan esa norma solo por buena voluntad
y por lo tanto en cumplimiento del deber.
La obligación
moral no tiene condición. (Se debe cumplir) por ejemplo: “No matar a una
persona Humana”.
Así Kant establece que el que el deber es el fundamento de la buena
voluntad; pero a la vez, el deber se funda en la libertad del hombre.
LIBERTAD →DEBER → BUENA VOLUNTAD
Para Kant la
teología o búsqueda de la felicidad no era el medio para encontrar el orden universal, entonces surge
la pregunta ¿qué podía mantener el orden
universal?
Debido a esto
Kant creo su teoría del deber de cada
persona de acuerdo a lo que esta
moralmente reglamentado en nuestra sociedad.
De ahí su frase:
“OBRA DE TAL MODO QUE LA MAXIMA DE TU VOLUNTAD PUEDA VALER SIEMPRE AL
MISMO TIEMPO COMO PRINCIPIO DE UNA LEY
UNIVERSAL “
Traducido significa: Obra de tal manera que tomes a la
humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un
fin al mismo tiempo y nunca meramente como un medio.
Entonces por conclusión se puede inferir que si haces algo es por que
debes y por qué no quieres que te lo
hagan por ejemplo: una situación de un robo, si tu robas entonces la otra persona tendrá el deber de
hacer lo que tu hiciste y te robara.
Entonces esto
se daba bajo el marco de 3
imperativos
IMPERATIVO CATEGORICO: son esas normas morales en las
que todos debemos estar de acuerdo.
Ejemplo: cuando viajamos y cedemos el asiento a una
persona discapacitada, es un acto en el que todos sabemos que está bien, todos estamos de acuerdo.
IMPERATIVO DE LA BUENA VOLUNTAD: tiene que ver con la buena voluntad de la persona que uno
debe ser, de la buena manera que se debe actuar ante algo que requiera ayuda.
Ejemplo: cuando ayudamos a cruzar la pista a un anciano, el hacer este gesto o acción
enriquece a la persona y la convierte en una persona de buena voluntad.
EL IMPERATIVO DE LA LIBERTAD: tú tienes la libertad de
hacer lo que quieras, pero tienes que
saber controlarte.
Como ejemplo de este imperativo se puede mencionar el
hecho de actuar pero siempre respetando a los demás, como es el caso de robar. Uno puede robar,
pero siempre debe saber a lo que conlleva eso.
El sentido del deber
El sentido del deber es, por supuesto, mucho más que
la idea de realizar una acción que reconocemos
como correcta. Lo experimentamos de manera inmediata como una cierta
presión interna que nos conduce hacia el comportamiento en cuestión: tiene una
urgencia y un sabor peculiar. Aquellos que sostienen que este sentimiento es
primario e indefinible llaman nuestra atención hacia una verdad que cada uno
puede probar por introspección. Si buscamos sentimientos que no podamos derivar
de otros sentimientos, ni analizarlos o explicarlos de modo tal que alguien que
nunca los haya experimentado directamente nos involucraríamos en varias confusiones.
En lugar de detenernos complacidos ante el hecho obvio de que el sentimiento
del deber o de la obligación, así como el sabor del azúcar, es único, debemos
intentar descubrir cómo se relaciona con otros contenidos mentales y rastrear
su derivación a partir de algún elemento más profundo y primario de nuestro
ser.
Difícilmente podemos dudar que nuestra capacidad para
experimentar ese complejo particular de sentimientos que nos esforzamos por
incitar diciendo “esto es tu deber”, “es tu obligación” o “debes hacer esto y esto”,
ha sido muy fortalecido, a través de las generaciones, por la selección. La
etapa más temprana de la vida social humana que ha estado disponible para el
estudio moderno revela la existencia de personas viviendo en pequeños grupos de
individuos que colaboran íntimamente entre sí, y casi siempre hostiles con los
grupos vecinos.
No debemos esperar que el sentido del deber, enraizado
fuertemente en el instinto de auto preservación, pueda provocar el sentimiento
de una idea moral tan comprehensivo y excelso como el que podría surgir de
otros componentes de nuestra compleja naturaleza tales como el amor, la compasión,
etc. Frecuentemente se ha resaltado que la doctrina Kantiana, con su suprema
exaltación del deber, contiene muy pocos contenidos definidos como para hacerla
atractiva; y el estoicismo se salvo de una esterilidad similar solo por su
lealtad cósmica, enraizada en una profunda admiración de la belleza y la
regularidad del universo y en el deseo de cooperar con la razón universal en su
preservación.
El sentimiento del deber u obligación es, en general, conservador
en lugar de productor, un garante de la estabilidad en lugar de un principio de
crecimiento moral. En algún sentido, toda la historia oral de la humanidad
puede ser vista como una lucha entre la doctrina del deber, que en mucho es reguladora
y estática la aspiración hace un bien ideal. Que es dinámica y progresiva. Los
llamados deberes son a menudo grilletes en los pies del idealismo moral .pero,
así como en ninguna esfera del esfuerzo humano podemos desechar totalmente el
peso del pasado en nuestra marcha hacia el futuro más feliz .así también el
secreto de la vida moral consiste en preservar un justo equilibrio entre los deberes
impuestos sobre nosotros sobre el pasado, nuestra lucha por alcanzar un bien
mas alto y mas comprehensivo.
Es
bueno y necesario conocer los derechos y exigir su ejercicio por todos los
medios. Es una parte del desarrollo ciudadano. Pero no es menos cierto que
debemos ser conscientes de las obligaciones. Y asumir que esas obligaciones nos
interpelan desde nuestra condición de personas. Hay quien aplica la ley del
embudo a esta correlación de derechos y deberes. “Yo tengo derechos respecto a
los demás, y los demás tienen deberes respecto a mí”, sería el lema de estos
personajes. “El deber es lo que esperas de los demás”, decía Albert Camus.
Debemos
tener en cuenta este equilibrio en la formación de nuestros hijos y en la de
nuestros alumnos. Es necesario trabajar en el desarrollo de los deberes, y en
el cumplimiento de las obligaciones. No porque podamos incurrir en sanciones
cuando no las cumplimos o recibir recompensas cuando lo hacemos sino por la
conciencia del deber. “El sendero del deber, decía Niceto Alcalá Zamora, se
encuentra enfrente del sendero del egoísmo”.
El
deber influenciado por los valores inculcados en el hogar.
Hoy
en día se conoce que los deberes despiertan sensaciones y sentimientos, tales
como satisfacción, alegría o insatisfacción, desagrado o incomodidad, ya que se
define como una obligación.
El
deber en la vida y sociedad se desenvuelven de la misma manera que en lo
espiritual, aunque en su acción va mucho más allá porque su fin es específico,
puede servir para favorecer, crear una sensación tranquila o que, cuando el
deber no es cumplido, puede trastornar, incomodar y hasta anular la cualidad de
los demás valores.
Nada
puede decir tanto ni tan bien de la personalidad de una persona, del carácter y
cualidades de su mente como el cumplimiento de sus deberes.
El
nivel de inteligencia, el clima en donde vives, la sociedad también influyen en
la elección de cumplir o no un deber. Pero entre todos estos factores, quizás
sea el más importante el psicológico, ¿por qué nos satisface, alegra, inquieta
o desagrada un determinado deber?
Los
deberes en el hogar, trabajo y estudio van de la mano con lo psicológico,
porque el deber influye sobre el espíritu, sobre el carácter y el ánimo e
incluso sobre los actos de nuestra vida; el tipo de deber afecta
simultáneamente a nuestro temperamento y en consecuencia a nuestro
comportamiento.
Debido
a que los deberes nos afectan psicológicamente es importante mencionar que uno
de los factores importantes en la aplicación de la psicología del deber es la
personalidad, ya que cada tipo de deber refleja características del
comportamiento, carácter, personalidad y temperamento. Cada individuo como la
palabra lo indica es único y diferente a los demás, podemos tener
características en común, más nunca podremos ser idénticos unos del otro, lo
que marca la diferencia son los rasgos particulares de cada persona, que se
forman por diferentes factores como el sexo, edad, cultura, etc., dando pie a
la formación de un carácter, influyendo en este el temperamento que son las
reacciones innatas que cada persona presenta ante las diferentes situaciones.
Los factores anteriores concluyen en la personalidad, siendo esta irrepetible e
inigualable para cada individuo.
Los
deberes forman parte de nuestra vida cotidiana desde niños hasta adultos,
encontrándolos en las acciones de las personas.
El
deber está sometido a ciertas leyes, que conociéndolas será posible dominar el
arte de cumplir, conocer los medios útiles que sirven para evitar el
incumplimiento o la falta de voluntad para realizarlo, estimular desde pequeños
la facultad de tener deberes y cumplirlos.
El
hogar de nuestros días no solo requiere de amor y afecto para animar, sino
enseñanza de los valores morales, la enseñanza de los deberes que uno tiene que
cumplir, para que así no se complique su bienestar y esté tranquilo.
Los
valores inculcados en la familia o en el hogar deben haber influido
directamente en el desarrollo del cumplimiento de un deber; si por ejemplo una
persona no es muy responsable, de seguro es porque en su casa o hogar no lo ha
visto, no ha tenido una figura en el que pueda ver un padre o una madre que
cumpla con su deber, ya sea como mamá o papá, el de cumplir con su
alimentación, su vestimenta, su recreación, su educación y otras cosas más como
el de enseñarles a cumplir con sus
tareas, el tender su cama, limpiar su cuarto, ayudar en casa, etc.
Ahora
si una persona que haya podido apreciar que sus padres cumplan con él, tanto en
las cosas ya descritas como los deberes del hogar, es probable que el sujeto
sea igual, no solo en el aspecto de cumplir con sus hijos en el futuro sino que
será una persona responsable ya sea en sus estudios, en el trabajo y en su vida
personal, logrando ser una persona exitosa.
Es
tal la importancia que tiene el deber en nuestras vidas que se han hecho
estudios a la explicación coherente y justificada del efecto que tienen sobre
las personas, aprovechándose en ocasiones de estas cualidades de cumplir con el
deber, para casos como puestos de trabajo, debido a su responsabilidad frente a
diversas situaciones.
El
cumplimiento del deber en la sociedad
El
deber moral está relacionado al comportamiento y las actitudes humanas tomando
como referencia la escala de valores y antivalores. Es lo que debemos hacer a
pesar de que queremos hacer otra cosa.
El
cumplimiento de nuestros deberes es regulado
por nosotros mismos y también por
la sociedad que son quienes nos enseñan desde nuestra infancia lo que se debe
hacer, lo cumplimos porque sabemos que eso es lo correcto.
En
nuestra sociedad los deberes se cumplen libremente cada uno elige el hacerlo o
no, pero existen otros deberes que coinciden con el deber jurídico, son en la
mayoría de estos deberes que las personas lo cumplen solo por obligación.
Hoy
en día la falta de valores ha distorsionado el cumplimiento de nuestros
deberes, se ha perdido el verdadero
sentido del deber moral.
Por
ejemplo, sabemos que la honestidad es un deber moral, pero dejamos de robar que
es equivalente a no ser honestos no tanto porque sabemos que no es correcto
sino por las consecuencias que ello conlleva .Aquí el deber no se cumple porque
pensamos verdaderamente que eso debe ser así, sino más bien por el temor a ser
sancionados por la ley, se llega a cumplir el deber en su totalidad pero no por
voluntad propia.
Otro
caso muy marcado en nuestra sociedad es la corrupción, esto está presente en
todos los ámbitos de la sociedad desde pequeñas organizaciones hasta las más
colosales, por ejemplo, imaginemos a un representante de una institución que
ayuda a los más necesitados, la sociedad cataloga a esta persona como dadivosa,
solidaria, ya que eso es lo que se ve, pero lo que la gente no sabe y no se da
cuenta porque es sutil, este representante no utiliza todo el dinero otorgada
por la institución en ayudar a las pobres sino que parte del dinero se lo queda
él. En este caso nuevamente el cumplimiento del deber se ha tergiversado, pero
a diferencia del primer caso se ha cumplido el deber de manera parcial, aquí se
sabe que eso no es lo correcto es por eso que el acto escondido aparentando ser
lo más integro ante la sociedad pero dejándose llevar por sus interés
particulares.
Es
pasa muy a menudo en nuestra vida cotidiana, pero existe otro caso donde se va más allá de los
limites, tal es el caso del sicariato, persona que asesina por encargo a cambio
de un precio, en este caso se ha perdido totalmente el sentido del deber moral,
el sicario sabiendo que no es correcto lo hace y aún más no le interesa las
consecuencias de sus actos, no le importa las leyes a las cuales se rige la
sociedad, aquí vemos que no se cumple el deber moral ni el deber jurídico.
Es
así como el cumplimiento del deber en la sociedad se da cada vez menos y si se
cumple no gracias al mismo deber sino a las leyes, observamos una decadencia de
los deberes, hay una falta de valores en la sociedad, y no porque no se enseñe
en nuestra casas o en los colegios, sino más bien porque no se interioriza, no
se enseña con el ejemplo, las personas adultas solemos enseñar a los niños pero
de manera teórica ya que no se ve reflejado en nuestro accionar.
Necesitamos
aprender valores para toda la vida, tener convicciones sólidas para no dejarnos
llevar por el facilismo, necesitamos esos valores que hacen posible el
cumplimiento pleno de nuestros deberes en la sociedad.
Deber,
virtud y felicidad
Si nos centramos en esta necesidad de justificación, podemos analizar el concepto de deber siguiendo tres grandes etapas. El hilo conductor consiste en la radicalización de los criterios de justificación, derivada a su vez de la progresiva separación entre vigencia y validez, entre lo socialmente dado y lo moralmente correcto. El precio de esta separación, como tendremos ocasión de comprobar, es la correspondiente escisión entre lo bueno y lo correcto, entre la felicidad y el deber. Un ejemplo claro lo constituye la polis griega. Si bien el concepto de deber como concepto aislado y referente básico de la conducta moral no aparece hasta los estoicos, podemos encontrar en Platón (por ejemplo en los diálogos Apología y Critón) una explicitación clara del problema al plantear la cuestión de la obligación de obedecer la ley que se acepta libremente. También Aristóteles tematiza la obediencia a la ley (nomos), canon tanto de la
conducta individual como de la social y, por tanto, núcleo básico de la vida en común. Sin embargo, con la esto entramos en una concepción nueva del deber. El motivo no es otro que el derrumbe del modelo ontológico que servía de marco normativo de referencia: la polis.
Al igual que en Aristóteles, la ética estoica se preocupa por el bien, por el modo de vida adecuado para el hombre, por la felicidad. El cambio de concepción no debemos buscarlo en la delimitación del ámbito moral, sino en las coordenadas desde las que se intenta ofrecer una respuesta. Lo propio del hombre, la naturaleza humana y, por tanto, las normas con las que ordenar una sociedad conforme a ella, ya no pueden derivarse de una imagen del mundo cuya validez es ahora «una entre otras». Sin este contexto normativo previo no puede definirse la virtud, como termina haciendo Aristóteles, por referencia al «hombre prudente». El bien supremo del hombre, la felicidad, depende
de la virtud, y ésta de ese razonable cálculo del «justo medio». Pero sin la «facticidad normativa» que representa la polis, ya no es posible mantener, por así decirlo, un referente objetivo del uso correcto de la razón. La ruptura de la unidad social de la polis y la consiguiente difuminación de las normas e ideales compartidos conducen a la
necesidad de construir un concepto de naturaleza humana sin el apoyo de ningún origen. La demarcación entre intención y acción, ingrediente esencial del concepto actual de deber, pasa a constituir así un elemento imprescindible de la reflexión moral. Zenón (322-264 a. C.) utiliza el concepto de deber (kathekón) para referirse a lo adecuado, lo conveniente, lo exigible; pero recogiendo a su vez el matiz de que tales propiedades lo son por cualquier motivo y en cualquier situación. Más tarde será Cicerón (106-43 a. C.) quien restituya este significado con la palabra latina officium, siendo Ambrosio (340-397) el encargado de introducirla en el cristianismo. Desde estos presupuestos es lógico que Zenón defina la virtud como la «conducta regida por la recta razón», y deber como «lo que es conforme a la naturaleza y puede justificarse con buenas razones». La moral socrática vuelve a resurgir con esta asimilación de virtud y conocimiento que, a diferencia de Aristóteles, no deja espacio alguno para elementos «externos» a la propia acción. Por eso el objetivo básico de la filosofía es el conocimiento de la razón, de la ley que la naturaleza ha depositado en los hombres, al igual que lo ha hecho en el resto de los seres. No obstante, los hombres son los únicos que pueden acomodarse o resistirse a esta ley natural, aunque la felicidad sólo es posible por el camino de la conformidad. Es la naturaleza, la razón, la que se convierte en regla y norma del actuar humano, y es con referencia a ella como las acciones alcanzan un determinado valor. El reconocer esta ley natural es cosa de cada uno, pues todos la tenemos depositada en nuestro interior por el hecho mismo de ser humanos. Con esta participación en la razón toma cuerpo teórico, por primera vez, la idea de una comunidad universal. Roto el marco tradicional de la polis, el estoicismo ofrece, de ahí su significación histórica, una explicación del sentido del actuar humano más allá de contextos socio-históricos concretos. Cosmopolitismo e individualismo parecen constituir, de esta forma, una y la misma respuesta ante la necesidad de una justificación de la conducta que sea capaz de mantenerse independientemente de los cambios históricos. El paso fundamental que aporta la ética estoica consiste en la «interiorización» del concepto de deber: lo que determina el deber está en nosotros mismos, en nuestra actitud, en nuestra propia voluntad. No es dificil dejar de ver en la apatheia estoica una simple regla del sentido común para la vida cotidiana y atisbar en ella cómo el orden moral se va centrando en la propia voluntad, en el libre albedno io. Asistimos así al primer paso en esta especie de giro copernicano en la ética que Kant se encargará de concluir: es la disposición, la propia intención del acto lo que cuenta como propiamente moral. La acción no es moral según conduzca o no a la felicidad, sino que la felicidad sólo puede alcanzarse por el respeto al deber que deriva de la ley natural.
Lo moral no está en las acciones, ni en sus consecuencias, sino en las personas que las ejecutan. En palabras de Cicerón:
«Pues quien establece el sumo bien de forma que no se halla unido a la virtud y lo mide por su propia utilidad y no por la honestidad, éste, si quiere ser consecuente consigo mismo, no podrá cultivar ni la amistad, ni la justicia, ni la libertad» 11.
Si bien lo propiamente moral se encuentra en la honestidad, y ésta se define como la observancia de la ley natural, esto no es óbice para que no se consideren los resultados de la acción. La posible utilidad de la acción es tenida también en cuenta por los estoicos, pero sólo en un segundo paso, una vez deliberada lo que Cicerón denomina
honestidad o torpeza de la acción, esto es, su corrección moral. Buen ejemplo de ello lo constituyen los catálogos de deberes que los estoicos construyen, encargados de definir el conjunto de preceptos y reglas que conforman una conducta racional, es decir, moral, y que, lógicamente, pretenden seguirse de la ley natural. Esta distinción entre el concepto de deber como criterio de corrección moral y los deberes concretos que de él puedan derivar queda perfectamente clara en la separación, constante en toda la
escuela estoica, entre deberes perfectos o rectos en sí y deberes medios o comunes. Dice Cicerón:
Si nos centramos en esta necesidad de justificación, podemos analizar el concepto de deber siguiendo tres grandes etapas. El hilo conductor consiste en la radicalización de los criterios de justificación, derivada a su vez de la progresiva separación entre vigencia y validez, entre lo socialmente dado y lo moralmente correcto. El precio de esta separación, como tendremos ocasión de comprobar, es la correspondiente escisión entre lo bueno y lo correcto, entre la felicidad y el deber. Un ejemplo claro lo constituye la polis griega. Si bien el concepto de deber como concepto aislado y referente básico de la conducta moral no aparece hasta los estoicos, podemos encontrar en Platón (por ejemplo en los diálogos Apología y Critón) una explicitación clara del problema al plantear la cuestión de la obligación de obedecer la ley que se acepta libremente. También Aristóteles tematiza la obediencia a la ley (nomos), canon tanto de la
conducta individual como de la social y, por tanto, núcleo básico de la vida en común. Sin embargo, con la esto entramos en una concepción nueva del deber. El motivo no es otro que el derrumbe del modelo ontológico que servía de marco normativo de referencia: la polis.
Al igual que en Aristóteles, la ética estoica se preocupa por el bien, por el modo de vida adecuado para el hombre, por la felicidad. El cambio de concepción no debemos buscarlo en la delimitación del ámbito moral, sino en las coordenadas desde las que se intenta ofrecer una respuesta. Lo propio del hombre, la naturaleza humana y, por tanto, las normas con las que ordenar una sociedad conforme a ella, ya no pueden derivarse de una imagen del mundo cuya validez es ahora «una entre otras». Sin este contexto normativo previo no puede definirse la virtud, como termina haciendo Aristóteles, por referencia al «hombre prudente». El bien supremo del hombre, la felicidad, depende
de la virtud, y ésta de ese razonable cálculo del «justo medio». Pero sin la «facticidad normativa» que representa la polis, ya no es posible mantener, por así decirlo, un referente objetivo del uso correcto de la razón. La ruptura de la unidad social de la polis y la consiguiente difuminación de las normas e ideales compartidos conducen a la
necesidad de construir un concepto de naturaleza humana sin el apoyo de ningún origen. La demarcación entre intención y acción, ingrediente esencial del concepto actual de deber, pasa a constituir así un elemento imprescindible de la reflexión moral. Zenón (322-264 a. C.) utiliza el concepto de deber (kathekón) para referirse a lo adecuado, lo conveniente, lo exigible; pero recogiendo a su vez el matiz de que tales propiedades lo son por cualquier motivo y en cualquier situación. Más tarde será Cicerón (106-43 a. C.) quien restituya este significado con la palabra latina officium, siendo Ambrosio (340-397) el encargado de introducirla en el cristianismo. Desde estos presupuestos es lógico que Zenón defina la virtud como la «conducta regida por la recta razón», y deber como «lo que es conforme a la naturaleza y puede justificarse con buenas razones». La moral socrática vuelve a resurgir con esta asimilación de virtud y conocimiento que, a diferencia de Aristóteles, no deja espacio alguno para elementos «externos» a la propia acción. Por eso el objetivo básico de la filosofía es el conocimiento de la razón, de la ley que la naturaleza ha depositado en los hombres, al igual que lo ha hecho en el resto de los seres. No obstante, los hombres son los únicos que pueden acomodarse o resistirse a esta ley natural, aunque la felicidad sólo es posible por el camino de la conformidad. Es la naturaleza, la razón, la que se convierte en regla y norma del actuar humano, y es con referencia a ella como las acciones alcanzan un determinado valor. El reconocer esta ley natural es cosa de cada uno, pues todos la tenemos depositada en nuestro interior por el hecho mismo de ser humanos. Con esta participación en la razón toma cuerpo teórico, por primera vez, la idea de una comunidad universal. Roto el marco tradicional de la polis, el estoicismo ofrece, de ahí su significación histórica, una explicación del sentido del actuar humano más allá de contextos socio-históricos concretos. Cosmopolitismo e individualismo parecen constituir, de esta forma, una y la misma respuesta ante la necesidad de una justificación de la conducta que sea capaz de mantenerse independientemente de los cambios históricos. El paso fundamental que aporta la ética estoica consiste en la «interiorización» del concepto de deber: lo que determina el deber está en nosotros mismos, en nuestra actitud, en nuestra propia voluntad. No es dificil dejar de ver en la apatheia estoica una simple regla del sentido común para la vida cotidiana y atisbar en ella cómo el orden moral se va centrando en la propia voluntad, en el libre albedno io. Asistimos así al primer paso en esta especie de giro copernicano en la ética que Kant se encargará de concluir: es la disposición, la propia intención del acto lo que cuenta como propiamente moral. La acción no es moral según conduzca o no a la felicidad, sino que la felicidad sólo puede alcanzarse por el respeto al deber que deriva de la ley natural.
Lo moral no está en las acciones, ni en sus consecuencias, sino en las personas que las ejecutan. En palabras de Cicerón:
«Pues quien establece el sumo bien de forma que no se halla unido a la virtud y lo mide por su propia utilidad y no por la honestidad, éste, si quiere ser consecuente consigo mismo, no podrá cultivar ni la amistad, ni la justicia, ni la libertad» 11.
Si bien lo propiamente moral se encuentra en la honestidad, y ésta se define como la observancia de la ley natural, esto no es óbice para que no se consideren los resultados de la acción. La posible utilidad de la acción es tenida también en cuenta por los estoicos, pero sólo en un segundo paso, una vez deliberada lo que Cicerón denomina
honestidad o torpeza de la acción, esto es, su corrección moral. Buen ejemplo de ello lo constituyen los catálogos de deberes que los estoicos construyen, encargados de definir el conjunto de preceptos y reglas que conforman una conducta racional, es decir, moral, y que, lógicamente, pretenden seguirse de la ley natural. Esta distinción entre el concepto de deber como criterio de corrección moral y los deberes concretos que de él puedan derivar queda perfectamente clara en la separación, constante en toda la
escuela estoica, entre deberes perfectos o rectos en sí y deberes medios o comunes. Dice Cicerón:
«Mas
lo que propia y verdaderamente se llama honesto se encuentra solamente en
los sabios y no puede separarse en forma alguna de la virtud; pero, en
quienes no reside la sabiduría perfecta, tampoco puede residir en absoluto
aquel tipo de honestidad absoluta, mas sí ciertas semejanzas de la honestidad.
Estos deberes (... ) muchos consiguen observarlos por la bondad de su
carácter y con el progreso en el estudio. Pero el deber que ellos (los estoicos)
llaman recto es perfecto y absoluto, como ellos dicen, encierra todos los
requisitos y nadie más que el sabio puede alcanzarlo» 12.
Parece, podemos interpretar, que se está queriendo distinguir, por una parte, una serie de deberes que no cambian con el tiempo; y, por otra, otra serie derivada de los anteriores que sí atienden y recogen las posibles circunstancias que rodean a la acción, de forma que «en determinadas ocasiones transgredir la lealtad y la sinceridad puede ser justo».
Con la incondicionalidad como medida de demarcación no se están separando dos categorías, objetiva y subjetiva, de deberes, sino definiendo los márgenes de un sistema gradual donde los actos humanos son más o menos conformes a la razón «según la intensidad con que ella intervenga», pero que nunca coincidirán plenamente con
ella como en el caso del sabio.
Parece, podemos interpretar, que se está queriendo distinguir, por una parte, una serie de deberes que no cambian con el tiempo; y, por otra, otra serie derivada de los anteriores que sí atienden y recogen las posibles circunstancias que rodean a la acción, de forma que «en determinadas ocasiones transgredir la lealtad y la sinceridad puede ser justo».
Con la incondicionalidad como medida de demarcación no se están separando dos categorías, objetiva y subjetiva, de deberes, sino definiendo los márgenes de un sistema gradual donde los actos humanos son más o menos conformes a la razón «según la intensidad con que ella intervenga», pero que nunca coincidirán plenamente con
ella como en el caso del sabio.
CONCLUSIÓN
La
noción del deber se presenta cuando el esfuerzo se hace consiente, mucho más
que la idea de realizar una acción que reconocemos correcta. Al realizarla como
consecuencia se presenta la significación vital, que es la importancia que le
damos para beneficio de nosotros mismos y de nuestra comunidad.
La
familia, los padres, en general el hogar en donde nos encontremos, influye
mucho con respecto al cumplimiento de nuestros deberes, ya que si vimos desde
pequeños a una familia responsable frente a las diversas situaciones de la
vida, es probable que también lo seamos La falta del aprendizaje verdadero de
valores en la sociedad conlleva a un alteración
en el cumplimento de los deberes morales en nuestra sociedad.
Los
deberes morales dependen del concepto ético que posea la persona y te exigen un
comportamiento acorde a las leyes jurídicas y morales que se establecen en una
sociedad. Las leyes jurídicas las dicta un estado o gobierno, están escritas y
archivadas, los deberes morales los dicta el individuo y lo acompañan durante
toda la vida.
El
deber moral sólo se refiere a una parte «mínima», pero necesaria, de la vida en
común. Sería igualmente un sinsentido limitar la complejidad y riqueza de una forma
de vida, sea individual o colectiva, a la estricta racionalidad de la justicia
de nuestras normas e instituciones.
Hay
que amar lo que se hace, como decía el literato ruso León Tolstoi” el éxito en
toda tarea emprendida no depende en hacer lo que se quiere, sino en amar lo que
se hace”. Esto es el motor que desarrolla el sentido del deber. Cumplir con el deber es
una condición indispensable para que todo funcione. Quien cumple con el deber
no sólo satisface su conciencia sino que ayudar a construir un mundo mejor.
INTEGRANTES
·
Lerma Pérez,Liss .
·
Castro Carhuancho,Moises
·
Jayo,Liz
·
Moruquilca Carrion.Liseth
·
Sánchez Caso,Cristian
·
Raymundo Quintana,Flor
Estoy de acuerdo con el punto "El imperativo de la realidad". Está bien que tengamos la libertada de hacer lo que queramos pero siempre se debe respetar algunas reglas. La ignorancia y ausencia de valores en nuestra sociedad hace que no cumplamos con nuestros deberes y eso se puede ver reflejado en la delincuencia y conflictos sociales de nuestro país.
ResponderEliminarConcuerdo con sus opiniones Protagoras( relativista) especificaba mucho sobre el hombre como medida de todas las cosas es porque dentro de esto encontramos las homeomerias o conocidos como los valores que son pilar para una sociedad justa e equilibrada. Excelente trabajo sigan así inculcando nuevos saberes o pensares filosoficos
ResponderEliminarEl cumplir nuestros deberes implica una responsabilidad moral ya que una persona que tiene trabajos que hacer necesita realizarlos para uqedar bien consigo mismo y tener una. Para mi el cumplir con mi deber es la satisfaccion personal de hacer las cosas por conviccion mas no por obligacion que me lleva a una satisfaccion personal satisfaccion interna
ResponderEliminarLa conclusión de Kant al decir que el deber es fundamento de buena voluntad, pero que se fundamenta en la libertad del hombre, es claro signo de su participación con la sociedad, algo que se puede traducir en la acción realizada por sentido de reciprocidad. Este punto hace que la reciprocidad, a veces, acompañada de la empatía no permitan el cumplimiento del deber en un determinado campo o tema. Por eso es que a veces nuestra visión del deber se distorsiona y cada vez lo vemos como una obligación y no como un acto en el que la voluntad y el deseo de hacer una acción tenga valor personal, siendo percibida por uno mismo como un acto meramente de voluntad o por iniciativa propia, y no como parte del crecimiento personal que constituye el valor moral o el sentido de la responsabilidad.
ResponderEliminarMe gustó mucho cómo le han dado el debido espacio a la interpretación de deber de diversos autores y/o personajes, además de las reflexiones finales.
Estoy de acuerdo sus puntos de vista, agregaría que el la sociedad y nuestra comunidad influyen demasiado en nuestras aptitudes
ResponderEliminarMe parece interesante el tema sobre todo donde se explica :El deber influenciado por los valores inculcados en el hogar.
ResponderEliminarTodo empieza en el hogar , nuestra crianza , desde niños se nos debe dar un rol , un horario , en cual tengamos obligaciones , ejem: tender la cama , votar la basura , recoger los servicios de la mesa , etc. deberes que estén de acuerdo a la edad del niño .
De esa forma se nos enseña un valor muy importante que es la responsabilidad ,este valor se observa cada vez que cumplimos con nuestros deberes .
El secreto esta en el hogar , es un factor muy influyente , nosotros somos el reflejo de la crianza de nuestros padres .
Los felicito chicos un gran trabajo , gracias por ayudarme a entender mejor el tema.
Desde niños observamos , como nuestros padres cumplen con sus deberes ,estoy de acuerdo en esa opinión de que el deber esta influenciado por el hogar , si desde niños nos inculcan valores , de grandes no vamos a tener problemas con nuestros deberes .
ResponderEliminarCumplir con nuestras obligaciones de buena gana , con optimismo ,a veces tambien pasa lo contrario , si tu vez que tus padres no se preocupan con sus obligaciones , tu creceras con esa idea de que tus deberes no son tan importantes.
Por ello pienso que los deberes influenciado por los valores inculcados en el hogar , se dan en la vida , tambien influyen lo social ,pero mas el hogar.
Esta publicacion me parecio muy interesante,al tocar un tema tan importante como el deber, y que hoy en dia en nuestro pais la juventud ve una realidad en la que a veces los padres no pueden darles una explicacion coherente cuando en las noticias salen homicidios,asesinatos,parricidios,etc;queda claro que a estas personas nunca han recibido esa educacion.Si bien la palabra "DEBER" me sonaba un poco desagradable o aburrida ,entonces,ahora ya tengo en mi mente las palabras satisfaccion y alegria muchas gracias.
ResponderEliminarEl deber es aprendido en nuestros hogares , por nuestros padres con valores y virtudes , que nos sirve para un futuro mejor de nuestra vida .
ResponderEliminarLa ignorancia y Escasees de valores , hacen que los deberes no sean aplicados en la vida diaria.
Asi como tambien es importante la realización de los deberes , debe ser fundamental sentir la satisfacción de realizarlos, pues asi como tambien se cumplen debe nacer y estar en nosotros cumplir; muy aparte de ello influye mucho la sociedad en la que vivimos y somos criados , ya que mayoría de personas en gran parte jóvenes no toman en serio este tema.
ResponderEliminarA medida que pasan los días vemos que la sociedad va cambiando la visión de las cosas, como ustedes mencionan, muchas veces los valores se ven desvirtuados por la sociedad y la presión que esta produce. Concuerdo totalmente que todo viene de casa, de la enseñanza de nuestros padres y como ellos nos van guiando para hacer frente a la sociedad. Creo que si hay un buen cimiento, todos los conceptos mencionados se enlazarán de la manera más adecuada, enseñándonos a aplicar la ética y nuestros deberes.
ResponderEliminarEs muy satisfactorio que toquen este tema, ya que hoy en día los jóvenes no están tan dedicados a cumplir con sus deberes, y si lo hacen es por el simple hecho de ser para ellos una obligación. No manifiestan apego a cumplir un deber, este blog podría motivar a esos jóvenes a seguir sus deberes de manera amena.
ResponderEliminarGeneralmente, los deberes se relacionan con determinadas actitudes que todos los seres humanos, independientemente de su origen, etnia, edad o condiciones de vida están obligadas a cumplir a modo de asegurar al resto de la humanidad la posibilidad de vivir en paz, con dignidad y con ciertas comodidades. Los deberes son, entonces, uno de los puntos más importantes de todos los sistemas de leyes y de constituciones nacionales porque tienen que ver con lograr formas comunitarias y sociedades más equilibradas en donde todos acceden del mismo modo a sus derechos.
ResponderEliminarBueno los jovenes de ahora solo hacen sus deberes por el hecho que se sienten obligados y por falta de crianza, no los acostumbran a realizarlos satisfactoriamente porque el deber parte de como vivimos y lo realizamos, opino que este blog ayudara a entender eso a los jovenes que le deber es muy importante y debemos realizarlo con esmero .
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